viernes, 25 de septiembre de 2009

CORAZON LIBRE


En este lugar todo parecía sin igual, todo a su tiempo, todo en su momento, nadie hacía lo que no tenía que hacer, sin embargo había un poco de rigor o quizás demasiado. El Rey estaba cansado de ser controlador, se había agotado de tener que ver el detalle en toda ocasión. Todo parecía perfecto, pero en realidad no era sí, pues los niños reían con moderación, los jóvenes eran apagados, y los adultos parecían muñecos perfectos para cada ocasión.

El Rey se había dado cuenta que su mundo era como de plástico, su orden era estricto, sus leyes rígidas. Todos carecían de espontaneidad, era como si aquel reino fuera habitado por máquinas sin expresar sensibilidad. Entonces, mandó emisarios y ellos recorrieron el mundo buscando una respuesta, más como era un reino poderoso , el mundo tenían temor. Y tan sólo se decían: " Este es un rey poderoso que a todos controla, mejor le decimos que está bien. "

Así, los emisarios regresaron y le dijeron al Rey:
- No hemos hallado en el mundo quien no esté a gusto con su gran saber.
Entonces el Rey, frustrado y cansado se retiró en ayuno. Y una noche en la cual no dormía se levantó y caminó por sus jardines y al acercarse a un árbol, detrás de este escucho una voz que decía:
- Este es un reino aburrido, aquí todos son como papel, rígidos y tiesos como cañas secas, no tienen vida, no son espontáneos. Pobre del rey, que infeliz ha de ser, atado a su palacio, sin vida, no tiene descanso. Su corazón será como de piedra.

Y cuando el Rey escuchó esto, se sintió conmovido porque había oído lo que sentía en su corazón .Pues en verdad estaba harto y aburrido; y todos los días, mil veces más harto y más aburrido, y su pueblo también. Entonces, dijo:
- Este es el único sincero y debe ser un gran caballero. Todos me han mentido y engañado, pero seguro éste es sincero.

Y se adelantó con la intención de ver quién estaba detrás del árbol pero aquel que estaba detrás del árbol advirtió y dijo para si:
- En peligro me encuentro, quizás me han escuchado espías del reino, mejor he de huir.

Entonces aquel personaje, corrió y corrió, y así se alejó. Y el Rey no pudo alcanzarlo y no llegó a saber quién era, y regresó a su palacio. Y para la noche siguiente, decidió ir donde se encontraba aquella voz amigable. Ya caída la noche, el Rey dijo así:
- ¡ Oh , caballero noble ! , no te importa quien sea yo, yo solo soy quien busca ser feliz. Vivo en un reino sometido donde todos cumplen normas y leyes pero que se han hecho pesadas cadenas. Y quizás creíamos que esto era perfecto, pero ahora he descubierto que soy muy infeliz. El palacio del reino es grande y hermoso, las calles de la ciudad están ordenadas y perfectas, esto debería ser muy bueno, pero no lo es, pues nos hemos olvidado de una esencia fundamental. En este reino se ríe muy poco, y tan poco que parece nada. Tampoco nadie llora, la gente se controla y me parece muy mal que un niño no corra, no grite, no ría , que los jóvenes parezcan apagados, y que los hombres y mujeres parezcan estatuas. Y con esto todos se convierten en distantes y lejanos de lo que es la realidad. ¿Dime tú, qué tengo que hacer? Porque no quiero parecer como un árbol caído, sin flores, sin frutos. Dímelo tú, por favor. Yo no quiero hacerte daño, no importa quién yo sea, tú eres el único que se atrevió a decirme la verdad, y como ayer te escuché hoy vine a saber aunque sea un poco más.

Y entonces, quien estaba detrás del árbol, contestó:
- Yo soy un humilde y sencillo pasajero, soy menos que un obrero. Eso si, mi corazón es sincero. Yo no sé de ciencias y no sé de doctrinas. Solo sé que no he perdido mi camino, ni el sentido de la verdad. He tenido libertad natural, y de este reino he sido el menos comprendido. Me he dado cuenta de lo que dices, yo creo que en este reino tenemos un rey ogro que controla a todos y que a nadie deja ser lo que ha de ser por eso parece una ciudad inhabitada, muerta y desolada. Y así la vida no debe de ser.

Y el Rey, atento y emocionado por sus palabras, lo escuchaba y comenzó a tener comprensión, y le preguntó:
- Entonces, ¿Qué he de hacer?

Y la voz contestó:
- La libertad es como el viento, es como el río siempre en movimiento. Como debes comprender, debe nacer de tu corazón.

Y el Rey emocionado quiso acercarse un poco más, pero quien estaba detrás del árbol anduvo más rápido y se perdió en la oscuridad de la noche. El Rey regresó a su palacio y pensó en lo que quedaba de la noche.

Al día siguiente, muy temprano reunió a toda su gente y convocó todo su reino. Y todos fueron a la plaza principal. Había hecho construir un estrado bastante alto, y desde allí se dirigió a su pueblo entero. Y les habló y les contó lo siguiente:
- Este es un reino que parece poderoso donde todo está controlado y meticulosamente analizado, pero nos hemos convertido en estatuas. Hemos perdido el sentir, hemos dejado de vivir.

Y el Rey miró los ojos de su pueblo y ellos también lo miraban. Seguidamente se dio cuenta que todos parecían velas apagadas, habían perdido iniciativa, creatividad y como estaban tan disciplinados, tan solo supieron decirle al Rey :
- Sí, si así es, como tu dices, todo está bien .

Y entonces, el Rey bajó desde lo alto que estaba y caminó en la multitud que lo miraba , pero era una mirada que no decía nada .Entonces, el Rey se dio cuenta que aquel caballero sincero y fiel a la verdad no estaba presente. Sin embargo, él había convocado a toda la ciudad, pero aquel corazón libre no se hallaba. Pero el Rey sabía que esa era la oportunidad que tenía para él mismo ser libre y, entonces preguntó:
- Saben Uds. ¿Quién no vino? ¿Quién no asistió? ¿Quién no llegó?

Y todos se miraban entre ellos y nadie podía responder. Luego el Rey dijo:
- Yo me he dado cuenta que vivo una condena, yo no merezco llevar esta corona. Ustedes necesitan como yo, un corazón sincero y libre.

Y entonces, les contó que por la noche había andado en los jardines de su palacio y detrás de un viejo árbol había escuchado Sabiduría. Y les dijo:
- Hoy cuando caiga la noche quiero que con prudencia rodeen el árbol y que a cierta distancia escucharan que existe un sabio en el reino que tiene el corazón libre. Y a todos seguro nos podrá ayudar porque hemos perdido la expresión natural.

Y entonces, llegó la hora esperada y se hizo entonces la oscuridad y el pueblo del reino rodeó el árbol. El Rey había mandado a sus hombres más fuertes poner antorchas, todos preparados para que esta vez no se escape el caballero, y todos lo puedan conocer. Y así , todo estaba preparado. El Rey despacio se acercó y dijo:
- Caballero fiel y sincero , quiero que hables como ayer, quiero que me digas, quiero que me orientes como yo he de ser , no quiero ser un ogro ni un rey tirano y miserable, quiero poder sonreír ,quiero alegre vivir. Dime, ¿qué necesito? Dime , ¿cómo ha de ser este pueblo para no morir en soledad ?

Y la voz detrás del árbol dijo:
- Tú tienes que ser como yo, un hijo en verdad de la tierra y el cielo, con la única pretensión de ser absolutamente natural. Tienes que ser genuino como el verdor de los campos, fuerte y firme como éste árbol, y alegre como el canto del río , sincero como el color de una flor, amplío como el horizonte y el cielo , y noble como el corazón de un trigo. Llama siempre amigo al que tienes en frente, y agradece al Creador de todo este maravilloso amor que se llama naturaleza.

Después de escuchar esto, el pueblo lloró pues sus corazones se habían abierto y comenzaban a sentir. Y entonces, el Rey se acercó y como todos estaban preparados, las antorchas se encendieron. Y al encenderse las antorchas, el Rey se quitó la corona, y le dijo:
- Tú te mereces esta corona y yo no.

Y cuando la luz fue hecha, el que fue coronado era un burro. Si, el burro más viejo y el más abandonado, al que nadie había querido traer cuando el Rey a la plaza convocó.Y todos sorprendidos lo miraron. Y entonces el burro dijo:
- Ustedes pueden ver en su sorpresa esa gran distancia que es el camino entre ustedes y su destino, que es siempre la misma naturaleza. Ustedes siempre me negaron su mesa, su casa, su amistad y me llamaron burro sin nobleza, pero yo nunca jamás dejé de sentir en mi piel la brisa, de gozar con el aroma de las flores, de caminar por el pasto en la mañana húmeda, de subir a lo alto de una montaña y de cargar con nobleza su pesada carga. Yo no dejé de sentir, yo no dejé de ser la sangre y el sudor de la tierra. Y por eso nunca comprendí su camino y su destino, todos ustedes están muy fríos para mí. Pero mira Rey, lo que te voy a decir, a mi no me interesa tu corona y mucho menos tu riqueza. A mí, déjame ser lo que soy. A mi déjame comer el pasto, disfrutar el trigo, tomar el agua del arroyo, descansar en la puesta del sol, levantarme con la luz de la naturaleza, y en las noches encontrarme con las estrellas. Yo soy un burro nada más, que te sirve. Y te sirvo ,y de esa manera gano mi comida. Y mi fortaleza, es mi corazón humilde.

El Rey y el pueblo, estaban conmovidos y abriendo sus ojos y sus corazones dijeron :
- Encontramos al caballero, al sabio más sincero, el rey de la naturaleza.
..
Pintura y Escrito:
Oscar Basurto Carbonell
Arte para el alma
Pensamientos para reflexionar
Principales escritos
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Paz y Bien

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