Este hombre tenía un gran interés de conocer
- Adórenme.
Nadie le hizo caso pero él seguía insistiendo, y así pasaron días. Y al mes seguía diciendo:
- Adórenme, por favor.
A los tres meses continuaba diciendo:
- Adórenme, un poquito.
Nadie le hizo caso. Al quinto mes, pasaban por encima de él, lo pisaban, lo empujaban. Entonces, él dijo:
- Quizás algo no he comprendido.
Y se alejó otra vez a las montañas y comenzó otra vez a estudiar los libros. Pero como ya los había estudiado, esta vez los había estudiado al revés y por si habría alguna incógnita los estudió de cabeza.
Pasaron tres años y entonces regresó, pero pasando por el pueblo dijo:
- Estos son unos ignorantes.
Así que se fue al otro pueblo, allí se paró al medio de la plaza y dijo:
- Yo soy bello, soy hermoso. Yo sé todo y nadie sabe más que yo.
Bueno, la gente de ese pueblo fue más radical, así que cuando lo escucharon la gente se burló y comenzaron a apedrearlo y tuvo que huir por su vida. Pero ya no había más pueblos alrededor y cuando ya sabía todo de los libros, pues se alejo, se alejó. Y se alejó y terminó en un lugar muy desconocido, muy apartado y alejado .Entonces debajo de un árbol se sentó, y dijo:
- Con lo que yo sé, brillo más que el sol.
Y pasaron unas horas y ya se hacía de noche, hacía frío y empezaba a oscurecerse. Entonces dijo:
- En la noche brillaré como las estrellas.
Pues, en esa noche no hubo estrellas y aún llovió. Entonces, dijo:
- Este es un mundo inferior por eso no me reconocen.
Y se alejó más y más. Pasaron años y pasó hambre y miseria. Y anduvo como un loco. Y en su camino se encontró con un hombre, que se hallaba debajo de un árbol, como no había otro árbol y había bastante sol, se sentó a su lado. Este señor al verlo, lo saludó .Y éste al sentarse le dijo:
- Tú, ¿qué haces acá?
Y él le contestó:
- Lo mismo que tú, recibiendo la sombra.
Pero éste otro pensó para sí:
- Bueno, quizás éste puede reconocer mi gloria.
Y le dijo:
- Perdón, ¿Qué ve Ud. en mi?
Y el hombre le contestó:
- Yo veo a un viejo, cansado y harapiento, y parece que tiene hambre y sed.
Y le dijo:
- ¿Y por qué?
Y le respondió:
- ¿Qué más puedo yo ver?
A lo que éste contestó:
- Pues, quizás tenga razón. Pero hablemos un poco, yo soy un gran Erudito y conozco muchos secretos. ¿Cómo es que no has podido reconocerme?
Y aquel hombre contestó:
- Mira disculpa, pero no sé ni lo que significa esa palabra. Yo lo que sé, es que hace bastante calor y que este árbol me da sombra. Y no sé nada más.
Entonces, aquel hombre que se hizo llamar Erudito, dijo:
- Ya comprendí, toda mi vida me la pasé estudiando sin haberme dado cuenta que el estudio es una cosa y la práctica es otra, yo solo puedo entender que
Pintura y Escrito:
Oscar Basurto Carbonell
www.mystichealingart.com
Pensamientos para reflexionar
http://pensamientos-espirituales.blogspot.com
Espejos de el alma
http://espejos-de-el-alma.blogspot.com
E-mail:
No hay comentarios:
Publicar un comentario