lunes, 22 de marzo de 2010

EL HOMBRE MAS RICO DEL MUNDO

Aconteció pues que se buscaba el hombre de mayor fortuna en el mundo, y para éste había todo tipo de premios, contratos, publicidad, radio, televisión, prensa escrita. Y para colmo, aumentar más su fortuna.La verdad, que esto era una cachetada a la pobreza. Pues tuvo una gran convención, mucha gente importante, muchos clubes de diamantes, zafiros, rubíes, todas las categorías VIP habidas y por haber .Llegó gente muy adinerada con automóviles, aviones, joyas, vinieron con sus séquitos con todo lo que se pueden imaginar, aistieron reyes, reinos.
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Había tanto, pero tanto dinero que la reunión solamente de ellos, aplacaría el hambre del mundo en menos de un día. Por lo visto, era una ironía que hubiera tanto dinero y a la vez tanta necesidad. Es triste que la realidad del mundo no este hecha por lo general, para colaborar. Bueno, habían los de a favor y los de en contra. Todo tipo de periodistas, políticos. Entonces ,fueron presentando a los diferentes personajes, comenzaron con Millones.

- ¡ Hua ! - decían la gente.

- ¿Y cómo consiguieron esto? -. Les preguntaban.

Algunos decían, por herencia, otros apelaban a su inteligencia. Otros eras Billones, otros era Trillones. ¡Vaya! De tanto escuchar esto, ya nos hacemos ricos. Pero, bueno, el día prosiguió y dentro de ellos había personas distinguidas que les iba llegando el turno. Hasta que ya pasado las ocho de la noche, llegó el turno de un personaje muy distinguido, vestía ropa elegante y limpia. Y las personas se preguntaban, ¿quién será su modisto? ,¿Los zapatos que marca serán ?, ¿ quién le habrá hecho el corte de pelo ? Bueno, había todo tipo de especulaciones muy propias del pueblo.

Entonces le preguntaron sobre el total de su fortuna, y escuchen lo que tuvo que decir:
- Señores, yo vengo de un país muy lejano y en ese país no existe el dinero.


- ¡ Hua ! -dijo la gente. Seguro que es muy rico y es uno de esos lugares donde se paga con petróleo, diamante. Y no hay necesidad de monedas.

Y así, que en ese instante convirtieron al hombre en un micrófono. Tanta gente conmocionada que prácticamente no se dejaba ni ver .Bueno, los apartaron un poquito y el Caballero volvió a tomar la palabra, y dijo:
- Yo soy el hombre que tiene la mayor riqueza del mundo porque cuando yo me levanto por la mañana puedo ver el sol y puedo agradecer al Creador porque puedo ver a mi pareja, a mis hijos, a mi familia, a mis amigos, Y puedo entender y saber, sin lugar a duda, lo mucho que los amo.


- ¡ Hua ! Se caía el estrado.

Y los periodistas sorprendidos decían:
- ¡Que fortuna! , la que debe tener este hombre que tiene tiempo para la familia. Eso aquí, no se ve.


Otro periodista dijo:
- Yo no sé, sí el sol existe porque yo entro muy temprano en la mañana a mi trabajo con luz artificial y salgo muy tarde como a las diez de la noche.


Otra persona, dijo:
- ¡Increíble!, yo recuerdo que hace años me casé y creo que tuve un hijo o dos, pero fue hace tanto tiempo que ya no los veo.


Y así, fueron las especulaciones, ¡que riqueza!, ¡que abundancia! Entonces la gente le dijo:
- Usted debe vivir en un palacio, debe ser un rey, los reyes no trabajan.


Y entonces el Caballero asintió afirmativamente, y dijo:
- Si, señores es cierto. Vivo en un palacio de cariño, respeto, ternura y de amor. Y ese palacio se llama Hogar.


Y para que dijo esto, aquel señor casi se convierte en un monitor de televisión, todas las televisoras le enfocaron a él. El concurso, cierto, estaba monitoreado pero cuando él dijo estas palabras, todas las televisoras dejaron el programa habitual y comenzaron a transmitir el hombre más rico del mundo.

Sucedió, pues que la gente dijo:
- ¿Hogar? Hace años escuché esa palabra de mis abuelitos, pero ahora suena como una palabra extranjera.


- Se nota que este hombre consiguió todo lo que deseaba - así decían. Entonces se callaron unos a otros.

Y tanta gente había, que pasó media hora para que se silenciaran. Y le dijeron:
- Por favor, cuéntenos más de su fortuna.


Y él les dijo:
- Yo en la vida lo he dado todo y no ha quedado nada en mi, que no halla podido sinceramente expresar y dar cuando alguien me necesitaba, cuando alguien requería mi presencia, mi opinión y mi consejo pues yo se lo daba.


Entonces, la gente del panel allí reunido comenzó a decir:
- Este caballero ilustre, riquísimo debe ser un científico, matemático, artista.


Otros decían:
- Seguro que de tanto dinero y de tanta riqueza y poder, éste es un filántropo.


Seguidamente, le dijeron:
- Por favor, cuéntenos más de su fortuna.


Y él dijo:
- Mi fortuna es muy grande, y es más grande que el sol y las estrellas. Mi fortuna es más grande que la suma de todos los dineros y riquezas desde la historia del hombre. Mi fortuna está en mi Fe.


Y para que dijo esto, se paró el Internet, todo el mundo empezó a buscar la Compañía Fe. A la bolsa le salieron chispas, las acciones iban y venían. Había tanta conmoción que a varios kilómetros ya se veían, fotografías autografiadas de este caballero pero que él no había firmado.
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Entonces el Caballero continúo diciendo:
- Les voy a decir algo que la Fe me ha dado, e invito a que todos la puedan tener, es una ciencia y es un arte ; es el principio de la riqueza.


- ¿Y cómo se llama su secreto? - le preguntaron. Pues había administrativos, bancarios, economistas.

Y él les dijo:
- Algo simple pero con mucho sentido, se llama: Compartir.


Bueno, en el área de los economistas hubo desmayos y aplausos. Y un señor de edad dijo:
- El principio de la economía consiste en crear leyes, establecer relaciones personales.


Y este economista dijo ya en voz alta:
- Esta Compañía Fe , ¡ si que es grande !

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Entonces aquel caballero fue reconocido como el más rico del mundo y en menos de un instante todos los grupos de economistas querían negociar con él y pusieron el dinero delante de él, pues según algunos era un gran economista.


Entonces, él mirándoles a sus rostros, les dijo:
- Yo les agradezco por su fina atención, pero en verdad yo su dinero no los necesito.

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¿Y para qué dijo esto? Se pararon los trenes, la ciudad, el país, la nación, el planeta, y hasta los colegios públicos y privados se pararon.


¿Qué fortuna tendrá este caballero para decir: " No gracias, no necesito su dinero “?

Algunas personas pensaban que era el fin del mundo, otros pensaron que era extraterrestre. ¿Qué persona del mundo podría decir: " yo ya tengo suficiente?, sería alguien que tiene ya demasiado.


Entonces, le dijeron:
- Díganos señor, ¿en qué Banco está su dinero?


Y entonces, él dijo casi una paradoja:
- Mi dinero está en el banco, ciertamente en el Banco más rico y se llama la Modestia, pero no cualquiera puede entrar en este Banco.


Entonces el público pensó: " claro, debe ser trillonario "

Y entonces, el caballero continuo diciendo:
- Para pertenecer a este Banco hay que estar en la vida consciente de que estamos satisfecho de aquello que tenemos.


Y para que dijo esto, pues algunos millonarios tuvieron que ser internados pues se decían:
- ¿Qué hombre puede haber alcanzado la fortuna de estar satisfecho?

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Sorprendidos y maravillados, así todos se quedaron. Aquel hombre les había enseñado el secreto de la riqueza: estar satisfecho con lo que se tiene, ser honesto, tener Fe y tener un corazón sincero para Amar .Este es el secreto verdadero de la más grande riqueza. ¡Ojala, tú también la alcances!


Y aquel día, y en aquel pueblo, y en aquel lugar se conoció al hombre más rico del mundo.


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Pintura y Escrito:

Oscar Basurto Carbonell

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martes, 9 de marzo de 2010

EL CUADRO


El meditante abrió sus ojos después de largas horas de meditación y vio el cuadro de un bonito paisaje frente a el. Y se pregunto:
-¿ Como puedo ver este paisaje y el no me puede ver a mi?


Y le pregunto al cuadro:
-¿Por que no me ves?

Y el cuadro contesto:
- Si te veo.

- ¿Como me puedes ver si no tienes ojos?- pregunto el meditante.

Y el cuadro dijo:
- No necesito ojos para verte, te puedo ver de todas maneras.

- No te comprendo- dijo el meditante.

Y el cuadro contesto:
- Cierra tus ojos. Ahora me ves y te veo porque no hay distancia ni separación.

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El meditante comprendió entonces que el cuadro lo había estado mirando a el siempre. Y desde ese momento comprendió que el podía ver. Que todos pueden ver y que para recordarlo, solo tenía que cerrar sus ojos. Ya que todos estaban ahí: El vidente y la visión. La visión y el vidente.

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Pintura y Escrito:

Oscar Basurto Carbonell

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